Fin de curso: cuando el cerebro pide un respiro

Cómo acompañar desde casa el cansancio, la desmotivación y la sobrecarga emocional y cognitiva

A medida que se acerca el final del curso escolar, muchas familias y estudiantes comienzan a notar señales claras de agotamiento mental, emocional y físico. El cuerpo lo expresa con más sueño, irritabilidad o falta de energía. La mente, con olvidos, dificultades de atención, desmotivación o ansiedad. Desde una mirada de la neuroeducación, esto no solo es esperable, sino comprensible.


¿Qué está pasando en el cerebro al final del curso?

  1. Sobrecarga cognitiva: tras meses de esfuerzo sostenido, evaluaciones, tareas, rutinas y aprendizajes, el cerebro necesita reducir su actividad para recuperarse. Las funciones ejecutivas (atención, planificación, autorregulación) están al límite.
  2. Efecto del calor: el aumento de temperatura incide directamente en la concentración y en la calidad del sueño. El cuerpo se esfuerza más en autorregularse, lo que aumenta el cansancio general.
  3. Expectativas y presión externa: exámenes finales, notas, expectativas familiares o sociales... Todo esto activa el sistema de alerta del cerebro (amígdala), dificultando el aprendizaje y generando frustración o ansiedad.
  4. Sobreexcitación ambiental: actividades de cierre, eventos escolares, viajes, más pantallas... todo esto hiperactiva el sistema nervioso, que responde con más dispersión o irritabilidad.

Desde casa: ¿cómo podemos ayudar?

1. Normalizar lo que sienten

Frases como:

● “Es normal que estés más cansado/a ahora, estás llegando a final de curso.”
● “No pasa nada si hoy no rindes igual, estás en el tramo final y estás cansado, es normal.”

Estas oraciones ayudan a los niños/as y adolescentes a ponerle nombre a sus emociones y comprender que lo que sienten no está mal, sino que tiene sentido.

2. Reducir la exigencia y priorizar el bienestar

No es momento de añadir más presión. El foco ahora debe estar en mantener rutinas amables, reforzar lo aprendido y cuidar el estado emocional.

Ejemplos de acciones:

● Alternar estudio con descanso real (no solo cambiar de pantalla).
● Reforzar logros: “Mira todo lo que has aprendido este año”.
● Hacer pausas activas o de movimiento cada 30-40 minutos.

3. Crear espacios de descarga emocional

El final de curso es también una etapa de cierre. Pueden surgir miedos (cambios de etapa, profesores nuevos, separación de amigos). Es importante dar lugar a lo emocional.

Sugerencias:

● Dibujar lo mejor y lo más difícil del curso.
● Hacer una carta al “yo de principio de curso”.
● Expresar con palabras o dibujos cómo se sienten ante las vacaciones o el cambio.



4. Acompañar la regulación emocional

Desde la neuroeducación, sabemos que el cerebro aprende mejor cuando está en calma. Ayudar a regular no es evitar emociones, sino acompañarlas con presencia y herramientas:

● Respiraciones guiadas: por ejemplo, respirar como si estuviéramos hinchando un globo.
● Nombrar la emoción: “Parece que estás frustrado/a, ¿quieres que lo hablemos?”
● Validar sin dramatizar: “Entiendo que estés cansado, yo también lo estoy. Vamos a ver cómo ayudarte.”

5. Cultivar la motivación intrínseca

No se trata solo de “sacar buenas notas”. El cerebro necesita propósito, conexión y disfrute para aprender. El fin de curso puede ser un buen momento para:

● Recordar metas personales: “¿Qué querías lograr este año? ¿Qué lograste?”
● Conectar aprendizaje con intereses: ver una película sobre un tema aprendido, visitar un museo, hacer un juego de repaso.
● Celebrar sin competir: cada uno a su ritmo, con sus logros y aprendizajes.


En resumen: menos presión, más comprensión

El fin de curso no es solo una meta académica, es también una oportunidad para cultivar la autorregulación emocional, el autoconocimiento y la resiliencia. Desde casa, podemos ofrecer un acompañamiento consciente, basado en la escucha, la validación emocional y una mirada respetuosa hacia los ritmos del cerebro en desarrollo.

“Cuando el cuerpo está cansado y la mente saturada, lo más educativo es parar, respirar y cuidar.”

– Centro Psicopedagógico Kyomu